Tal como se demuestra en esta Guía, el desarrollo de una política docente es una tarea compleja que depende de un gran número de factores políticos, sociales, culturales y económicos, muchos de los cuales son ajenos a la educación.
En primer lugar, su implementación con frecuencia depende mucho de la especificidad de cada país. Puede que la política docente no tenga la «visibilidad» política deseada durante la implementación que pueden tener, por ejemplo, una nueva escuela o la matriculación gratuita para todos los alumnos. Como las figuras políticas a menudo necesitan mostrar resultados inmediatos a su electorado, el desarrollo de políticas docentes resulta políticamente complejo y costoso, como se señala en otras guías de políticas regionales (OREALC, 2013: 9, 90). Existen diferentes factores que influyen en la implementación: por un lado, las políticas, capacidades y orientación política del gobierno, en su conjunto; por otro lado, el estado del sistema educativo y de la profesión docente en el momento del diseño y la implementación de la política. Las fuerzas políticas y sociales que operan en un país, por ejemplo, la solidez de las organizaciones de docentes o de otras partes interesadas, aumentan la complejidad del proyecto.
Teniendo en cuenta todos esos factores, el objetivo final de desarrollar una política es implementarla hasta donde sea posible. Por ello, como se propone en el Capítulo 4, los planes de implementación deben estar ya bien desarrollados como parte del proceso de desarrollo de la política, con un calendario y una hoja de ruta esbozados por los responsables de diseñarla que sean apropiados para el contexto educativo y del país.
Algunas evidencias presentadas para orientar la implementación de las políticas educativas en los países de la OCDE pueden ser útiles para guiar los esfuerzos futuros en estos y en otros países (Cuadro 5.1).
Una de las primeras decisiones, según el contexto político del país, es determinar si es mejor que la política se aplique mediante un programa o una campaña gubernamental, normas o decretos del ejecutivo o de la administración, normas legislativas, o una combinación de las mismas. Es necesario tener en cuenta las siguientes cuestiones:
Como se menciona en el Capítulo 4, la reflexión sobre el plan de implementación debe comenzar durante el proceso de desarrollo de la política. El siguiente paso en el proceso es desarrollar un vehículo de implementación y un plan para los responsables de tomar decisiones que sean claros y sencillos.
Las investigaciones sobre una implementación efectiva de las reformas educativas centradas en los esfuerzos de mejora a nivel escolar en países de renta alta de la OCDE señalan, entre otros, los siguientes factores:
El enfoque de esta sección es el de la implementación de una política y sobre las estructuras necesarias para garantizar el éxito de esta implementación.
Al leer esta sección tome note breves sobre:
Piense sobre su contexto y reflexione sobre cuáles aspectos del proceso de implementación son fuertes y cuales podrían ser mejorados.
Como se menciona en el Capítulo 4 (en el apartado sobre la Fase 3 del proceso de la política), el sistema político del país puede requerir o no una legislación para implementar una política docente, pero que tenga estatus de legislación nacional le dará una dimensión nueva, potencialmente decisiva. En una sociedad democrática, una ley nacional es suprema en relación a la constitución del país. La legislación va casi siempre acompañada de medidas que financian y reglamentan la implementación y tales medidas posibilitan en gran medida (aunque no garantizan) que una política se implemente satisfactoriamente. Como se señala en el Cuadro 2.6, un ejemplo de esto es la legislación «No Child Left Behind» (Que ningún niño se quede atrás), adoptada en 2001, y la iniciativa «Race to the Top» (Carrera a la cima) en Estados Unidos, introducida como parte de la legislación de estímulo económico adoptada después de la crisis financiera de 2008. Dada la naturaleza federal de los Estados Unidos, ambos programas incorporaron incentivos financieros sustanciales, que estimularon a los estados y a los distritos escolares para que persiguieran los objetivos de la política, según criterios y planes estrictamente definidos. Muchos estados y distritos escolares locales desarrollaron planes para cumplir con esos criterios políticos y asegurarse las necesarias subvenciones del Gobierno federal, con frecuencia concentrándose en la evaluación de los docentes y en cuestiones laborales, como se señala en la iniciativa «Race to the Top». Informes recientes revelan resultados desiguales en la implementación e indican dificultades tales como la escasez de recursos, la falta de comunicación y de compromiso de las partes interesadas (véase, entre otros, Baker, Oluwole y Green 2013; Boser, 2012; Weiss, 2013). No obstante, los debates políticos acerca de la legislación y los esfuerzos realizados para cumplir con los incentivos para la implementación han contribuido a que estas políticas tuvieran mayor visibilidad y peso de los que hubieran tenido de otro modo.
Al planificar y brindar apoyo técnico y legal al ente legislativo de un país para que se implemente una política docente nacional a través de una o varias leyes, se deben tomar en cuenta los costes, las demoras y los posibles obstáculos que pueden encontrarse. El Cuadro 4.5 describe el proceso y el tiempo que llevó en la India la adopción de la «Right to Free Education Act» (Ley de Derecho a la Educación Gratuita), en 2009. Incluyendo desafíos legales, esta política fue aprobada oficialmente en 2012, tras un proceso que duró diez años. Al mismo tiempo, la adopción de la legislación y su reafirmación en sintonía con la constitución del país es una herramienta potencialmente poderosa para que las autoridades educativas y las partes interesadas promuevan políticas docentes, en un país que tiene cerca del 15 % de los docentes de primaria y secundaria del mundo y que necesita alrededor de tres millones más de docentes para el 2030 (UNESCO, 2014; UIS, 2014).
Si la legislación es la modalidad elegida para la implementación de la política, es fundamental recibir apoyo técnico de los diseñadores de la política en distintas etapas: al redactar la legislación para incluir los conocimientos y comentarios de los expertos en legislación; al responder a consultas parlamentarias (comisiones, comités o respuestas directas a legisladores o sus ayudantes); al establecer relaciones con grupos de interés político y otras partes interesadas importantes; al ejercer presión sobre los legisladores y los medios de comunicación; y al revisar la legislación o las modalidades de implementación tras su adopción.
A los encargados de desarrollar la política dentro del ME u otro organismo o departamento que se ocupa de la contratación y la gestión del personal docente se les puede exigir que sigan el camino ejecutivo o administrativo para aplicar la política, o bien ellos pueden optar por esa modalidad. Esta opción puede resultar más sencilla (e implicar menos recursos humanos y financieros) ya que su validez institucional deriva de la legislación y la reglamentación correspondiente. Lograr el impacto deseado puede resultar más difícil, ya que no siempre tienen la autoridad política necesaria y el respaldo financiero que lo acompaña. Al mismo tiempo, pueden ser un modo más rentable de implementar la política e incluso presentar mejoras frente a otros instrumentos menos legitimados, como proponer directrices en sistemas descentralizados. Un ejemplo de ello es la política de contratación de docentes en Kenia (Cuadro 5.2).
La TSC tiene facultades para instituir y mantener un plantel docente suficiente y profesional para las instituciones educativas del país. A la descentralización de las funciones del TSC a nivel de distritos y escolar, con el fin de acercar el servicio a los usuarios, le siguió, a fines de los años noventa, una prohibición del Gobierno de contratar empleados públicos; de esa manera, se interrumpió la contratación automática de docentes formados. La Comisión adoptó entonces una nueva política de contratación de docentes en base a la demanda y a las vacantes que se generaban naturalmente y aplicó unas directrices anuales, que eran revisadas cada año antes de proceder a la contratación.
En 2006, la Comisión desarrolló y publicó una política global para aumentar la eficacia en la contratación docente. La política proporciona orientación con respecto a las futuras contrataciones, define las funciones de los organismos de contratación y define las funciones y responsabilidades de otros actores que participan en el proceso. También establece las bases de un marco institucional para la implementación, por ejemplo, las unidades principales, las herramientas (entre las que se encuentran las directrices para las unidades descentralizadas, los formularios de solicitud de empleo y los códigos de conducta y ética de los docentes), la supervisión y la evaluación (con un modelo de plantilla) y la revisión para resolver cuestiones que vayan surgiendo. Su fuerza deriva tanto de la legislación (la Ley del TSC) como de la normativa (el Código de Reglamentación del Docente del TSC).
El conjunto de herramientas o los instrumentos para implementar una política pueden consistir en un plan de acción, un marco lógico, un plan de trabajo, un conjunto de guías u otras herramientas similares. Los instrumentos elegidos deben incluir un calendario que tenga en cuenta el tiempo necesario para aplicar la política, los obstáculos para lograrlo y la capacidad necesaria para que sea operativa.
Un plan de acción sirve como hoja de ruta para las autoridades sobre la implementación de los objetivos, las estrategias y los programas de una política en base a los recursos programados, las funciones y responsabilidades definidas y el tiempo estimado. Algunos planes de acción se formulan de manera más general, como en el caso del plan para la formación docente en el Reino Unido (Cuadro 5.3).
En 2011, el DoE del Reino Unido publicó un plan de implementación para la estrategia de FID. Sus destinatarios eran los principales actores en la formación docente, es decir, escuelas y universidades, docentes y formadores de docentes. El plan sigue los principales objetivos de la estrategia, enumerando las principales actividades que se espera que se lleven a cabo para cada objetivo principal: la calidad de los formados (cinco actividades); una mayor inversión para mejores docentes (doce actividades); y una reforma de la formación (nueve actividades). El plan incluye también un esquema en el que se establecen las fechas y los hitos importantes para la implementación de la estrategia.
Existe un consenso de que un plan de acción cuidadosamente formulado aumenta las probabilidades de una implementación con éxito. Al elaborar un plan de acción es necesario considerar los siguientes elementos:
El desarrollo de un plan de acción con posibilidades razonables de implementar satisfactoriamente una política docente requiere un diálogo entre varios actores con distintas tareas y funciones, como se menciona en el Capítulo 4 y en el Cuadro 5.1. Debido a que se trata de un proceso puramente político, debe existir un diálogo eficaz en los distintos niveles de la toma de decisiones y con la mayor variedad posible de actores políticos, entre ellos:
Dada su naturaleza política, el diálogo sobre la implementación del plan, al igual que el mismo proceso de desarrollo de la política (Capítulo 4), implica que se debe llegar inevitablemente a compromisos en la priorización de la naturaleza y el desarrollo de las actividades necesarias. Es de esperar que se revisen, pospongan o cancelen actividades de menor prioridad para que el mayor número de actores o partes interesadas se comprometan y se apropien de la política y del plan. Un proceso basado en la negociación y la búsqueda de soluciones de compromiso, en lugar de debilitar el plan, generalmente aumentará las probabilidades de que la implementación tenga éxito, ya que reúne a la mayor cantidad de interlocutores en el proceso.
Una vez que se haya decidido, el plan de acción deberá dotarse de presupuestos en su conjunto y, en la medida de lo posible, ser financiado con los recursos existentes según los parámetros anteriormente mencionados. La financiación de la implementación puede ser distinta de la financiación del desarrollo de la política (Sección 4.3), aunque forme parte de un presupuesto único que integra a ambas desde el inicio del proceso. Cuando sea necesario y posible, los recursos pueden buscarse en los grupos de interés nacionales y/o en los socios internacionales, de manera general o para un proyecto específico, como es el caso de la financiación para la educación general. Esto resalta la importancia de que exista un amplio apoyo de las partes interesadas en relación a la política y al plan para que aumenten los recursos que se emplean en su implementación: con frecuencia son tan necesarios los recursos financieros como los humanos. Si la financiación es insuficiente, podría ser necesario repensar los objetivos y las ambiciones del plan o incluir medios alternativos para superar sus limitaciones. La financiación de la implementación a través del plan debe ser considerada siempre a largo plazo, no solo a el corto plazo o asociada a un primer plan; además, debe programarse en el tiempo para que coincida con los cierres de los ciclos presupuestarios del gobierno y de las autoridades educativas (ADEA, 2009: 3; GPE, 2014: 350; IIPE y GPE, 2012: 15-16; OIT, 2014: 4, 33; Yelland y Pont, 2014: 31-32).
Si se adapta de manera adecuada, un marco lógico que haya sido desarrollado como un diseño de proyecto y una metodología de gestión, y haya sido usado por numerosos organismos bilaterales y multilaterales para el desarrollo (como el Banco Mundial) en países de rentas altas, puede ser útil para que los responsables de la implementación hagan un seguimiento del proceso. Una matriz de marco lógico vincula los objetivos, las metas, los propósitos y los resultados esperados a través de actividades planeadas con indicadores «objetivamente verificables» o cuantificables. El objetivo es medir el progreso, al tiempo que se especifica un medio para verificar los indicadores (información) y los supuestos. Un ejemplo a nivel internacional es el marco lógico desarrollado por la UNESCO para la implementación de la Iniciativa de Formación Docente para el África Subsahariana (UNESCO, 2007, http://unesdoc.unesco.org/ images/ 0015/ 001539/ 153940e.pdf).
Un plan de trabajo para poner en práctica estrategias o programas constituye un enfoque alternativo. El plan de trabajo para apoyar el plan para el sector educativo en Ghana (Cuadro 2.1) contiene varios componentes agrupados por objetivos para los docentes o para la enseñanza: la mejora de la calidad de la enseñanza y del aprendizaje; la mejora de la gestión de la prestación de servicios educativos, así como la dotación y asignación de docentes. La matriz del plan de trabajo vincula estos objetivos con metas (resultados y productos) y proporciona un resumen de la estrategia, las actividades, los plazos y las unidades u organismos responsables (Gobierno de Ghana, 2012).
Desarrollar un marco lógico y un plan de trabajo como parte de la implementación de la política puede proporcionar claridad de propósito y dirección, y ayudar a desarrollar la colaboración entre unidades, departamentos y organismos. Sin embargo, se deben tener en cuenta los posibles límites de cada herramienta: una tendencia a la rigidez tal como está definida en la matriz y, por lo tanto, una falta de flexibilidad en adaptar la implementación a circunstancias y restricciones cambiantes (políticas, económico-financieras y, sobre todo, humanas), así como una dificultad para obtener aportes significativos de las partes interesadas a la matriz, ya sea en la etapa de concepción, en la implementación o en la supervisión/evaluación. Los marcos lógicos y los planes de trabajo siguen siendo herramientas para uso interno, útiles para los que participan en el diseño e implementación de la política o el plan, siempre y cuando tengan los conocimientos y la preparación para usar de manera eficaz esas herramientas.
Con frecuencia, la implementación puede beneficiarse de directrices detalladas que son prácticas a la hora de implementar una política. Estas directrices, que pueden estar acompañadas de listas de control, pueden ser especialmente útiles para aquellos actores o partes interesadas que no participan directamente en el desarrollo de la política, como por ejemplo, la administración descentralizada, instituciones como los centros de formación docente y los organismos de profesionales especializados, entre ellos, autoridades calificadoras, juntas reguladoras o foros de relaciones laborales. La política sobre contratación de docentes de Kenya (Cuadro 5.2) ofrece directrices para la implementación y otras herramientas de utilidad.
Un plan de supervisión y evaluación, con los instrumentos apropiados, debe ser parte integrante de cualquier plan de implementación para asegurar que las actividades planeadas se llevan a cabo y que los objetivos se están alcanzando. Si los recursos lo permiten, un departamento o unidad (por ejemplo, una unidad de supervisión y evaluación, la unidad responsable del SIGE o el SIAD, o un equipo mixto) debería encargarse periódicamente de supervisar la correcta ejecución del plan. En aquellos casos en los que los recursos humanos o financieros con los que cuenta la autoridad educativa sean limitados (por ejemplo, en países con pocos recursos, estados pequeños o autoridades descentralizadas), por lo menos un miembro de la unidad que diseña el plan debería ser responsable de esos aspectos.
Las actividades de supervisión pueden concretarse en:
La supervisión puede mostrar cambios en cuanto a los indicadores específicos, tales como la medición de los avances o la falta de estos, pero no necesariamente indica a qué se deben los cambios, de ahí la necesidad de una evaluación que revele lo que sucedió y por qué, y qué cambió (Russon, 2010: 108). Para evaluar la implementación de la política y proporcionar una guía para las futuras aplicaciones, es importante realizar una evaluación de medio plazo y una final (o ambas), que sean llevadas a cabo preferentemente por personal independiente para garantizar la objetividad. Una revisión final puede evaluar los efectos y los resultados, la relevancia, la rentabilidad y la sostenibilidad, así como esbozar las razones del éxito o del fracaso, en particular, extraer enseñanzas para orientar la revisión de la política y los planes futuros (véase el ejemplo de Namibia en el Cuadro 5.4).
A principios de siglo, las principales políticas del Ministerio de Educación de Namibia exigían que los docentes usaran estrategias didácticas centradas en el alumno y que supervisaran el rendimiento de los alumnos mediante una metodología de evaluación permanente. Para apoyar los esfuerzos de reforma, el desarrollo profesional de los docentes al principio se basó en la formulación de una política centralizada, la provisión de materiales escritos y su implementación, y la formación «en cascada», pasando del Ministerio central a distritos escolares y a grupos de escuelas y, finalmente, a los docentes en los centros escolares.
Una estrategia en permanente evolución del Ministerio de Educación, basada en un desarrollo docente descentralizado, desde la base, en el que se les pedía a los docentes que actuaran como canales de implementación de una nueva política y de una reforma en lugar de ser el objeto de las directrices y los programas de formación, lo que llevó al Ministerio de Educación a desarrollar un sistema de autoevaluación en el centro escolar. Algunos aspectos de la instrucción de los docentes en el aula fueron parte de los componentes que más contribuyeron a la implementación eficaz de las reformas de las estrategias educativas y al seguimiento del rendimiento escolar. Un protocolo de observación con indicadores específicos se usó como base para que los docentes, los padres, los miembros de la comunidad y la dirección debatieran acerca de las respuestas y desarrollaran de manera colaborativa un resumen de la escuela, que sirvió más adelante para desarrollar planes escolares de actividades de mejora de la calidad. Los resultados señalaron la necesidad de una mayor colaboración entre docentes, además de la necesidad de un mayor apoyo y un mecanismo de aportación de comentarios que le diera mayor voz a los docentes en su propio desarrollo profesional y, por extensión, una mejor implementación de la política.
El seguimiento y la evaluación eficaces requieren indicadores claros y cuantificables relacionados con los objetivos establecidos. Los principales indicadores deben ser:
En este sentido, es necesario que las partes interesadas y, si es relevante para la implementación de la política, también los socios, estén de acuerdo con los indicadores y los acepten (IIPE y GPE, 2012: 15-18; OIT, 2012: 64, 102, 133-134). A través de los mecanismos de diálogo social apropiados (véase el Capítulo 4), los docentes a nivel escolar y las organizaciones de docentes a otros niveles pueden proporcionar valiosas contribuciones sobre los indicadores que tengan prioridad para los resultados del aprendizaje que sean cuantificables de una forma significativa y equitativa en relación con las realidades del aula, y respeten los requerimientos de consistencia a lo largo del tiempo.
Aunque los diseñadores de un plan de implementación invariablemente necesitarán indicadores cuantitativos para guiar la implementación, una mayor confianza en información cualitativa proveniente de las partes interesadas o investigadores independientes puede ser un suplemento valioso para evaluar el éxito o el fracaso, y así influenciar la política y la planificación estratégica para conseguir un mayor impacto. El enfoque cualitativo es crucial en la evaluación de actitudes y comportamientos de los actores que quizá sean los más importantes en la implementación de la política (los docentes), quienes, por muchas razones relacionadas con sus antecedentes personales y profesionales, experiencias y percepciones de su situación, a menudo se muestran reticentes a la hora de implementar una política en la cual no han realizado casi ningún aporte, o ninguno, durante el proceso de desarrollo (Smit, 2005; Hargreaves, 1994; Hargreaves, 1998).
Además de las percepciones y los comentarios de los docentes y los líderes escolares sobre la implementación del plan y los objetivos generales de la política, la supervisión y la evaluación pueden ser una oportunidad para usar un mecanismo institucional (diálogo social) que asegure un mayor aporte de los maestros en el proceso a nivel escolar, si ese aporte no está ya presente en otras etapas de la política (véanse los Capítulos 2, 3 y 4) (OIT, 2012: 216-217).
Cada vez se proponen más enfoques desde la base (en lugar de verticales) en la evaluación y la supervisión del diseño y la implementación de la política:
Ya se trate de un sistema educativo centralizado, federal o altamente descentralizado, la identificación de los responsables de cada parte de la implementación de la política en los distintos niveles (véase también el Capítulo 4) proporciona claridad en las responsabilidades, tareas y líneas de comunicación (IIPE y GPE, 2012: 13; UNESCO, 2012a: 42-45). La definición de responsabilidades varía desde el más alto nivel ejecutivo nacional hasta el centro educativo y es especialmente importante para aquellos que participan más directamente con los docentes, por ejemplo, directores, inspectores, formadores de docentes, organismos reguladores, como cuerpos de calificación profesional, y autoridades empleadoras, como comisiones de servicio público o docente, gerentes o empleadores de centros educativos privados. La gobernanza y planificación del mundo de la EPI, de múltiples niveles, que a menudo se dividen entre muchos ministerios u organismos del Gobierno, ofrece un buen ejemplo de la importancia de la coordinación entre organismos o ministerios para el éxito de una política educativa (OIT, 2014: 33).
Esta es la razón por la cual el proceso requiere una evaluación de los factores claves de éxito o de los obstáculos, así como las decisiones sobre quién hace qué, cuándo, dónde y cómo. Tales decisiones deben incluir responsabilidades de liderazgo e implementación, además de un esquema de la capacidad financiera y humana para la implementación. La definición del proceso para la implementación debe abordar escollos políticos, entre otros, que se interponen en el camino hacia el éxito. Si estos factores no se incluyen en el plan de acción, deben establecerse en la evaluación posterior y ser respaldados por los directivos de la organización cuando sea necesario.
Nombrar a los responsables del liderazgo y la implementación general de la política, así como de programas o actividades específicos, y definir la manera en la que se les hace responsables, son cuestiones clave que debe abordar una política docente, como en una política general del sector educativo. Por ejemplo:
Una capacidad adecuada para implementar de manera efectiva una política es crucial para asegurar el éxito. Entre los factores que pueden verse influidos directamente por quienes diseñan las políticas y toman las decisiones, debería al menos considerarse un análisis de la capacidad de los actores clave para la implementación:
Una implementación satisfactoria requiere desarrollar y mejorar significativamente la capacidad de tener en cuenta estos factores. Cuando se encuentren carencias, hay que considerar una formación previa o paralela a la implementación en planificación, gestión, comunicación y otras habilidades. Se debe recurrir a apoyo técnico externo (por ejemplo, de individuos, instituciones/agencias o Gobiernos) para desarrollar mejor la capacidad nacional, ya sea a nivel central, regional o local (IIPE y GPE, 2012: 8, 13, 24). El objetivo del plan estratégico del sector educativo de Trinidad y Tobago de transformar el Ministerio de Educación en una organización de alto desempeño define la estrategia o prioridad sobre el potencial y la capacidad institucional, que se centra en 17 actividades relacionadas con el liderazgo, la gobernanza y la gestión integrada; los sistemas de supervisión y evaluación; la planificación; el desarrollo y la gestión de políticas; las operaciones y los procesos; así como la gestión de sistemas de información (ME/Gobierno de la República de Trinidad y Tobago, 2012: 16-18).
Los contextos nacionales y administrativos, así como las decisiones sobre liderazgo, responsabilidades y capacidades, determinarán en gran medida las estructuras u organismos de implementación más apropiados. La estrategia puede depender de las estructuras existentes de administración pública o educativa, así como los organismos públicos o docentes dedicados al empleo (PSC o TSC), delegar la responsabilidad en una entidad independiente o autónoma, como un profesional docente o un consejo de calificaciones, o crear una nueva estructura de implementación, quizá fuera de la autoridad gubernamental, como una fundación profesional nacional u otro organismo. Cualquiera sea la opción elegida, debe responder a algunas cuestiones clave:
Todos los aspectos de la implementación (por lo menos los más importantes destacados anteriormente) tienen que ser dotados de presupuesto, entre ellos:
Como sucede con el desarrollo de la política (Capítulo 4) y el desarrollo del plan de acción explicado en este capítulo, la financiación puede provenir de fuentes nacionales o subnacionales (presupuesto público o una mezcla de fuentes privadas y públicas), además de socios promotores. La implementación de una política docente puede ser una prioridad menor para los socios promotores, pero no debe ser excluida. El apoyo externo, cuando sea necesario, puede buscarse entre los muchos socios citados en el Capítulo 2 (Sección 2.3), por ejemplo, a través de la función de apoyo al país del Equipo Especial Internacional sobre los Docentes para Educación 2030, o el desarrollo e implementación de los mecanismos de financiación de becas de la GPE. Las condiciones para dicha financiación, ya sea canalizada a través del apoyo presupuestario al sector de la educación o general, o a través de financiación destinada a actividades seleccionadas, deben ser claras, y respetar la apropiación del país. Un plan viable de acción de la política, o que se perciba como tal, puede ayudar a movilizar recursos para implementar políticas.
Si existen carencias de financiación, es necesario revisar las estrategias y los planes, por ejemplo, ideando medios de implementación más rentables, como pueden ser mayores sinergias en estructuras/gestión o actividades, o delegando la responsabilidad de las actividades de los organismos centrales a los descentralizados u otras partes interesadas. Los objetivos generales y las prioridades principales deben tenerse siempre en cuenta en el proceso de revisión (IIPE y GPE, 2012: 14).
Tal y como se analiza en esta Guía, la implementación y el desarrollo de la política es un proceso complejo y está sujeto al debate político. La implementación de una política docente eficaz requiere una conciencia del contexto político específico y de la dinámica cultural en los que se conciben políticas. Para ello, es necesario un enfoque de la implementación que preste atención de manera explícita a las limitaciones contextuales y las expectativas de los agentes y electorados locales más allá del Estado, y que considere los factores presentes en las relaciones de poder existentes para asegurar que una política docente consiga los cambios deseados.
Ahora puede tomar el cuestionario del Capítulo 5 para ganar su credencial de este capítulo.